La Puerta se Abre
Por Karla Gunz Son las dos con seis minutos, eso marca el reloj en la pantalla de Julia. Ella es una mujer exitosa, a sus treinta y uno es dueña de una empresa de marketing digital y publicidad, la inició junto con un par de colegas, pero con el tiempo y varias disputas de por medio quedó solo ella. Julia tomó un sorbo de su café negro, ya tibio, amargo. Sostuvo la taza por un rato, como si esperara a que se enfriase, finalmente la dejó sobre el plato de porcelana y siguió escribiendo. Una idea nada brillante, pero así es como le suceden las mejores, comienza escribiendo tonterías y después de llenarse las venas de cafeína e insomnio, la creatividad fluye. Una campaña para mejorar la imagen de una empresa que sufrió un escándalo por sus niveles de azúcar en sus alimentos. Normalmente Julia pide a sus becarios que generen lluvia de ideas, y entonces comienza el trabajo, pero los chicos estaban de vacaciones en la universidad y el proyecto tenía que presentarse en una semana.