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Mostrando entradas de agosto, 2014

Noches de Sinceridad

Puede parecer completamente irrelevante lo que tenga que decir. No va cambiarte la vida, ni espero que lo haga. Es solo que a veces todos tenemos la necesidad de sentirnos comprendidos y escuchados por nuestros seres queridos. Parecerá una tontería, pero quiero escribir sobre lo que siento. Hace unos meses perdí a mi madre. Muchas personas estuvieron ahí para acompañarme, pero hay viajes en los que uno tiene que encontrar el rumbo por cuenta propia. Ha sido sin duda la cosa más difícil que he tenido que enfrentar yo sola, pero me he llenado de crecimiento personal, de silencios largos, de lluvias que cobijan el alma. Me gusta pensar que la vida de una persona se valora en experiencias, en huellas que quedan marcadas en el corazón de los que te rodean. Es difícil saber qué tan profunda y bella es, pero es una huella que se queda grabada en lo profundo del alma y te cambia. Es como si fuera posible sembrar una semilla en otra persona, esa semilla vive y crece dentro, se adhiere al si

Espejismo

Te regalo el perdón.  Porque no es sano vivir con rencores en el alma. Pesan y llenan de huecos difíciles de sellar.  Te regalo el perdón porque no lo quiero. No quiero quedármelo esperando que lo pidas.  El orgullo y la sobervia son errores que se pagan con una soledad disfrasada. Y no es que la desee para ti. Pero me doy cuenta por la sombra que cargas, la estatua, firme, alta y fría que te esmeras en construir, que la vida camina a tu costado. Te pasa y ni cuenta te das.  Una carcajada, una frase oculta entre burlas puede hacerte sentir triunfante, que algo ganaste, que tu ego crece a montañas que rozan el cielo de los inmortales. Ríete, fuerte, mucho más, que te escuche el eco de las mentiras que te creas. Al final del día, eso es con lo que cuentas. Pocos lo saben, porque pocos te han visto con detenimiento. Esa pequeña grieta que revela un doble nivel en tu discurso. Aquel que todos admiran y escuchan, y el otro, el que conservas en las sombras, el que esconde la realidad de

En La Tierra Que Nací

¿Porqué habría de importarle a usted lo que un pobre viejo como yo tiene que decir? No tiene ninguna relevancia mi vida. He viajado poco, no tuve hijos y mi esposa hace tiempo ya que tocó tierra. La tierra conoce más de mi que nadie. Lo poco que hay que conocer, ella lo vio. Mis días no fueron muy distintos entre sí. Largas caminatas del rancho hasta pasar la carretera, llegando al pueblo y de regreso.  Mi burrito aguantó mucho. Más que mi viejita, y vaya que le costó trabajo. Los dos se entendían re bien. Por horas le platicaba, y Mateo esto, y Mateo el otro, le decía ella. Bien atento la escuchaba, y hasta parecía que le iba a contestar un día. Tremendo susto le habría sacado. Pero ya se me fueron los dos. Ellos nomás sabían quién era yo. En el pueblo me saludaban siempre, los señores y señoras, pero después de que se me fue Mateo ya no podía subir con la madera yo solo, y ni dinero ni ganas para comprarme otro. Ya para qué, ni voy a poder platicarle de mi viejita, me vería c