El Museo y su Obra de Arte
El amor surge de momentos tan contrarios como absurdos, de eso no cabe la menor duda. Es de tontos pensar que una hoja de árbol tiene que enamorarse de su rama, un pájaro de su nido o una nube de los cielos. Lo cierto es que aquello que añoramos no es lo mismo que aquello que aprendemos a amar. El amor se aprende en el tiempo, se conjuga y se transforma con emociones y con distintos matices de colores. Los colores son precisamente aquello que me hizo enamorarme de ella. Preciosa y reluciente obra de arte, ni más ni menos que la existencia de amor mismo materializado en trazos y formas. Cada uno de sus detalles imperfectos componen una posibilidad impresionante de interpretaciones. Por este amor cerca estuve de perder la cordura, de volcarme sobre el mundo y perderme junto con ella. Y cómo no iba a morirme de celos, al ver que tantos ojos y tantos cuerpos se acercaban a ella como si tuvieran el derecho a admirarla, a verla desde ángulos que a mi no me son permitidos. Nadie, sin