El Capitán E.
Hace unos meses, un capitán salió muy temprano en un bote de remos. Era de noche aún, cuando lo vieron salir del muelle. Llevaba poco en cubierta, dijeron. Vestía su traje de gala, su sombrero negro y su saco blanco reluciente. Con los remos, poco a poco salió a mar abierto. Es extremadamente raro ver un capitán haciendo un trabajo físico. El capitán de aguas saladas era muy bien conocido por sus hazañas. Había desarmado ya a más de una decena de flotas piratas. Los pescadores y mercaderes de la zona le tenían especial aprecio. A pesar de su gran tamaño y de sus rasgos toscos , su amabilidad y respeto hacia su tripulación fueron conocidos en toda la costa sur. Era un hombre de pocas palabras. Su mirada usualmente lo decía todo. Una pequeña señal con sus ojos azules y no tenía que emitir sonido alguno. Pocas personas fueron las que sostuvieron una conversación con él. Se decía que era un hombre sumamente culto, tranquilo y sabio. Un estratega de guerra, con dotes en la