Bajo un árbol, Esteban
Esteban es un muchacho listo, de aquellos que disfrutan una tarde de primavera bajo un árbol mientras lee un buen libro. Saborea el viento que transporta el olor a páginas llenas de historia. Sus lentes resbalan una y otra vez por su torcida nariz. Esteban instintivamente las vuelve a ubicar en su lugar. Sus dedos acarician la textura de las palabras en la portada del viejo libro. Las personas pasan junto a él pero Esteban parece estar en un lugar completamente distinto. Fin del capítulo. Su espalda resiente la posición y aprovecha el intermedio literario para refrescarse un poco. Ya está cayendo el sol, es el momento justo en el que el ambiente se tiñe de colores cálidos. Naranjas, rosas, morados, un poco de rojo, solo un poco. Las hojas de los árboles y el polvo forman tiras de luz dorada que se dibujan hasta tocar el suelo lleno de cientos de hojas secas que inundan el jardín. Esteban se talla ambos ojos y suelta un bostezo. Recobra la vista y tarda unos instantes en encontra