Noches de Sinceridad

Puede parecer completamente irrelevante lo que tenga que decir. No va cambiarte la vida, ni espero que lo haga. Es solo que a veces todos tenemos la necesidad de sentirnos comprendidos y escuchados por nuestros seres queridos. Parecerá una tontería, pero quiero escribir sobre lo que siento.

Hace unos meses perdí a mi madre. Muchas personas estuvieron ahí para acompañarme, pero hay viajes en los que uno tiene que encontrar el rumbo por cuenta propia. Ha sido sin duda la cosa más difícil que he tenido que enfrentar yo sola, pero me he llenado de crecimiento personal, de silencios largos, de lluvias que cobijan el alma.

Me gusta pensar que la vida de una persona se valora en experiencias, en huellas que quedan marcadas en el corazón de los que te rodean. Es difícil saber qué tan profunda y bella es, pero es una huella que se queda grabada en lo profundo del alma y te cambia. Es como si fuera posible sembrar una semilla en otra persona, esa semilla vive y crece dentro, se adhiere al sistema nervioso y hace físicamente posible sentir su presencia, a dónde quiera que vaya, la semilla los mantiene unidos. En mi caso, mi semilla se fue con ella, y de esa forma siempre estaremos juntas. Ella fue mi persona favorita, ella es mi persona.

 No sé cuánto tiempo sea necesario para dejar de despedirme, para decidir que es suficiente. Las palabras no se llevan en dolor, pero si me ayudan a entenderlo, a encontrarle facetas y matices. La vida es preciosa, tiene tantas cosas tan bonitas que ofrecernos, cada día es una oportunidad de sentir la lluvia en la cara, de acompañar los últimos minutos de una puesta de sol -esos minutos son mis preferidos-. Nadie sabe nunca si será la última, o si no estaremos para ver la siguiente.

Mi mejor amiga, mi compañera, mi doctora del alma fue la mejor madre que pude tener. No porque fuera invencible, o porque jamás se equivocara. Fue por su habilidad de recuperarse de sus errores, de llorar su soledad, de pedir a gritos que alguien la viera, que alguien la valorara, que alguien la amara, eso la hace el mejor ser humano que conocí. Buscó en la vida cientos de caminos, algunos erráticos y caóticos. Con lágrimas en los ojos más de una vez me dijo lo mucho que sentía haberme lastimado cuando lo hizo, la respuesta es; si mamá, a pesar de tus errores, te amo como eres, con todo mi corazón y sin límites. Georgina todo el tiempo buscaba respuestas a sus dolores añejos, fantasmas que atormentaban su presente, quizá era la necesidad de entender por qué suceden las cosas, porqué las personas que significaron tanto para nosotros, simplemente toman sus maletas y se van, o como ella.. con las maletas llenas, listas para seguir el viaje, y sin aviso alguno, se van.

Se fue lejos, mucho antes de dejarnos. Tomó un avión y se fue a enfrentarse con gigantes que sólo ella conoció. No puedo ni imaginar las tormentas que tuvo que aliviar. Lo que si sé, es que ella encontró respuestas. No estoy segura de a dónde la llevaron, porque sé que esas respuestas le entregaron una paz que le dejó una gran sonrisa al final. Con sus uñas multicolor -un detalle que me hizo reír bastante- poco le importó lo que la gente pensara de ella. Sus emociones siempre estuvieron expuestas, sin miedo a ser alguien más, fue y es la persona más valiente que conocí.

 Lo cierto es que mi vida está acompañada de personas maravillosas. He tenido la mejor vida que pueda desear. Mis padres son los mejores maestros. Han puesto a mi alcance el apoyo que necesito para ser yo. Lo que sea que eso signifique, me ha llevado a vivir una vida que cualquier libro envidiaría. He tenido los sueños más increíbles, despierto emocionada porque existen mundos que alcanzo a ver en esos momentos de lucidez onírica. Mis padres me dieron la oportunidad de equivocarme. De tocar fondo cuantas veces sea necesario, de levantarme sola, de pedir ayuda, de entender qué fue lo que pasó, de comprender que a veces los seres humanos con los que convivimos también tienen sus propias batallas, que tienen derecho a equivocarse. Es algo que deberé eternamente. Carlos, la lógica, la mente, la necesidad de orden, la negociación interna y externa. Georgina, la sensibilidad, el amor, la trascendencia, la lucha contra uno mismo.

Aunque a veces odie el mundo en el que vivo, por sus absurdas y retorcidas necesidades de tenerlo todo, aún cuando sea a costa de otros. Lo que veo es que a veces la gente sólo necesita pertenecer, sentirse amado y valorado por alguien. Quizá no pueda cambiar el mundo. Quizá mi esfuerzo por ayudar no sea nada, pero no voy a dejar de intentarlo. Voy a equivocarme cientos de veces, voy a llorar miles más. Porque la vida no se trata de crear armaduras protectoras anti-dolor. Del dolor se aprende, del ajeno y del propio.

Si llegaste hasta aquí, por favor no permitas que te nieguen equivocarte. No importa tu edad, no importa tu ego, tu orgullo, ¡equivócate! Experimenta todos los sentimientos que tiene la vida, disfrútalos todos. Si vas a llorar, llora el mundo, sácalo todo. Si vas a reír, deja que salgan esas carcajadas desde el fondo de tu pecho. Si quieres experimentar el bienestar físico, haz ejercicio. Si quieres experimentar los sabores ¡Disfruta cada bocado! pero hazte un favor y ...¡cómete la vida! Besa, toca, siente, corre, conoce, lee, escucha, habla, escribe, pinta. Haz lo que sea que te haga sentir vivo.



Gracias por leerme.  Con cariño


Karla Gunz. 




Comentarios

  1. Sorprendente las palabras que puedes sacar del alma. Tomaré tu consejo.

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  2. Excelente redaccion como siempre. El mensaje en general me parece muy positivo e inspirador, pero personalmente me encanto la parte en que los libros podrian envidiar tu vida, aunque yo personalmente tus sueños :P Saludos y gracias por compartir.

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  3. Han pasado los años, han pasado cosas, sucesos que en su momento fueron fuertes, fortísimos y hoy ya no. Ha pasado lo que trasciende y trascenderá por siempre. Me encanta leerte así, fuerte, madura. Eres otra, Karla. Hoy te leo como una Karla que converge entre el cielo y el suelo; tan anclada y al mismo tiempo, volando más alto que nunca.

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  4. Ya extrañaba estos rumbos. Y con tanta razón!

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