Tuve que

Hoy es un buen día para sentir frío, porque cala y retuerce mis entrañas. Mi piel arde mientras todo indica que no habrá más fuego, hoy soy mi propio fuego. Vaya necesidad mía de meterme en las peores batallas, sin necesidad de vivir la tormenta camino hacia ella como si no existiera efectivamente un mañana que viniera después de hoy.

Gracias. Hoy puedo sentirme orgullosa de saber que no me conoces, no tienes ni la más remota idea de quién soy. La mejor versión de mi surgió con la soledad, no tengo muchas personas junto a mi, de hecho si he de ser sincera, nunca he sentido tanta paz como el día de hoy, en el que no me atan tus pensamientos, tus palabras, tus acciones no se acercan a mi. Hace mucho tiempo ya que mi alma y mi cuerpo no sienten sinceridad próxima, y cada poro de mi piel tuvo que romperse en astillas y quebrar mi ego para caer en esto que soy. Hoy se de qué partículas estamos hechos, las palabras de una historia que soy yo, es todo lo que sabes de mi y será todo lo que sabrás. Tuve que mentirme para pensar que eras quien yo creía, tuve que decirme la verdad en sueños para no lastimarme, tuve que creer tus mentiras para sabotear el pánico que me dabas.

Las espadas de mi boca se afilan, se tiñen de tintos y rojos. Calientes por la sangre hirviendo, frías por la tormenta que viene. La estampida de emociones ha sido vaciada en el viento. Hoy vienes del futuro para tomarme con tus brazos y decirme que la calma no tarda, que la razón siempre se mantiene de mi lado, que eso me trae paz, te trae a donde has llegado hasta hoy pequeña, y te llevará tan lejos como lo desees. Sueña alto mi niña, nadie puede pararte ya.

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