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Mostrando entradas de febrero, 2013

El pie izquierdo

De esos días que el lado izquierdo de tu vida toma protagonismo. No de un modo educado, cordial ni mucho menos respetuoso. Entra y golpea todo a su paso, llamando la atención, gritando a los cuatro vientos que está dispuesto a arruinar cualquier esperanza de pasar un buen rato. En cuanto llega la primera oleada de malestares, golpes, humillaciones, tristezas y accidentes.. te das cuenta que será de esos días que las horas se multiplican por 10, el final del día simple y sencillamente no se ve venir. Retomas el aliento, caminas, manejas lejos de todo, solo para encontrarte con que los límites del lado izquierdo no se delimitan a un espacio o a un grupo de personas, se extiende por todo tu entorno, y como es de esperarse, te hace sentir como un completo idiota. Llorar ya no es una opción cuando piensas que no eres suficientemente niño, porque la dignidad y el orgullo se escurren por el cuerpo si nos ven llorar. Los pulmones se cansan de suspiros, los ojos se pierden en horizontes de

Circo de locos

La música del acordeón suena como el golpeteo de las manecillas del reloj. Se extiende y contrae para dejar salir notas agudas y molestas. Una sinfonía completa de sonidos sin forma. Un grupo de payasos con ropas sucias y desgastadas se encuentra en un estado de hipnosis vegetal, pero su cuerpo continúa haciendo las mismas acciones una y otra vez, sin rastro alguno de conciencia.  En el centro de la carpa se encuentra el maestro de ceremonias, con su traje negro -ahora gris- lleno de tierra y agujeros. Éste personaje tiene su sombrero en la mano, lo coloca en su cabeza, hace unos cuantos movimientos con las manos y toma nuevamente su sombrero, hace una pequeña reverencia y se repite todo lo anterior.  Los malabaristas suben y bajan la cabeza como si siguieran con la mirada el curso de los pinos inexistentes. Los trapecistas cuelgan boca abajo, de un lado a otro, sosteniéndose únicamente con las piernas. Santino, el perro estrella luce mucho menos animado que el resto, ya que s

Crónica de una noche de terror

Hoy vi una araña. Enorme y aterradora. Corrió hacia mi. -Una tarántula- pensé. Se acerco más y más y todos los nervios de mi cuerpo se paralizaron. Sentí miedo helado. Ganas de correr, pero mis piernas no me respondieron. No fue hasta que mis perros entraron que de inmediato reaccioné. No sabía si la araña era o no peligrosa, pero no podía arriesgarlos. Primero tomé un palo que estaba cerca de mi, pero sólo conseguí que corriera más. Mis perros tenían hambre y el plato estaba a unos centímetros del arácnido. Los mantuve apartados el mayor tiempo posible, entonces decidí ser más agresiva. Tenía un zapato listo para ser lanzado, hice un movimiento y la araña gigante corrió ahora en dirección mía. Tomé rápidamente el envase que utilizo para traer croquetas y me abalancé hacia ella. No podía creer que fui más rápida que ella, además de vencer el miedo y reaccionar correctamente. Ahora tenía una araña gigante debajo de un vaso verde bandera. Pensar en la araña me dio escalofríos y deci

El sentir del odio

El coraje se amordaza, se enreda en la garganta y termina por desbordarse en momentos de ira y falta de paciencia. Los labios olvidan suavizar las ideas y los dientes rompen contra el mundo a mordidas despiadadas. El corazón cae y se lleva toda la sangre consigo. Llegan los mareos, la confusión y los suspiros hondos. Cuando la razón no cabe en una idea, sabes que has perdido tus estribos y se viene la estampida que no puede dejar otra cosa que un lodazal pestilente de vergüenza y hastío. El agua no quita la sed. La caja de pastillas se vacía, pero el dolor sigue ahí, punzando la cordura, rompiendo neuronas. No puedes mas que ver tu furia reflejada en los ojos de los monstruos que te asechan. Culpas a tu madre, culpas a tu padre, pero al final estás sólo en tu habitación, mirando al techo, apretando fuerte para resistir la noche y la soledad. Sabes que no hay más piso debajo. Te paras, te lavas, te limpias el odio y eres de nuevo... Tú.

La nena

La nena está perdida. La nena sigue sus pasos. Consigue un poco de comida y sigue buscando. La nena olvida que está buscando y empieza a convertirse en un transeúnte más. La nena pierde belleza y gana miedos con zancadas de patadas y piedras. La nena lleva dos semanas perdida. Un auto detiene el camino de nena, sale disparada unos metros e intenta pararse, no lo consigue. La nena está aterrada. Dos hombres se acercan e intentan robarla, ella patalea, pero el cansancio es tal... que prefiere morir. Han pasado unos días desde que Nena está encerrada de nuevo. Las paredes se hacen más pequeñas cada día. Lo conocido quedó detrás, lo irreconocible se ha vuelto su vida. Nena tiene collar ahora. Nena es tímida, pero se deja tocar. Nena se olvida del miedo y del hambre. Nena escucha un ruido muy fuerte, la puerta timbra, pero ella no lo sabe. Nena deja su paz y corre. La pequeña Sofía intenta calmar a Nena, pero sólo consigue asustarla más. Nena se vuelve dientes y gruñidos y ataca a Sof

Nunca

Nunca entiendes, nunca sabes. Pero siempre tienes frases que rugir. A veces todo es tan claro, que uno piensa que las cosas no deben ser tan fáciles. Hay algo más, seguramente detrás de todo y de todos, el mensaje dirá otra cosa. Pero sólo soy yo quien escucha hasta la última palabra, quien busca en el ser y el sentir el significado de tu nombre. No te sabes de nadie. Las cosas suceden, las palabras se dicen y no falta el día que la memoria lo distorsione todo. Comes ego y cagas sonrisas. A ti, persona sin nombre que te presentas en mi vida en distintos nombres, distintas edades, distintas formas. A ti, que te empeñas en verme mejor, en romperme en lágrimas y en hacerme más fuerte. No te digo gracias, porque no lo quería. No te digo quédate, porque dueles como fuego. No te digo lo siento, porque no lo siento. No te digo nada, porque no lo vales.