El pie izquierdo

De esos días que el lado izquierdo de tu vida toma protagonismo. No de un modo educado, cordial ni mucho menos respetuoso. Entra y golpea todo a su paso, llamando la atención, gritando a los cuatro vientos que está dispuesto a arruinar cualquier esperanza de pasar un buen rato. En cuanto llega la primera oleada de malestares, golpes, humillaciones, tristezas y accidentes.. te das cuenta que será de esos días que las horas se multiplican por 10, el final del día simple y sencillamente no se ve venir.

Retomas el aliento, caminas, manejas lejos de todo, solo para encontrarte con que los límites del lado izquierdo no se delimitan a un espacio o a un grupo de personas, se extiende por todo tu entorno, y como es de esperarse, te hace sentir como un completo idiota.

Llorar ya no es una opción cuando piensas que no eres suficientemente niño, porque la dignidad y el orgullo se escurren por el cuerpo si nos ven llorar. Los pulmones se cansan de suspiros, los ojos se pierden en horizontes de laberintos sin final, las manos recorren toda clase de superficies para suavizar los pensamientos, o explorarlos tal vez.

Llegas a la cama, abrazas tu almohada favorita, suspiras hondo.. y el orgullo te perdona y con toda sinceridad te exprimes hasta la última gota. La noche llega, las estrellas te arrullan, y el pie izquierdo vuelve a dormir.

Comentarios

  1. ¡El final del texto se agradece! Es esperanzador recordar que el malévolo pie izquierdo tendrá que dormir tarde o temprano, junto al resto de ti.

    Tu escritura es muy fresca, aunque creo que eso ya lo sabías. Debo confesar que no me gusta la expresión de "levantarse con el pie izquierdo". Me parece que la historia no le ha hecho justicia a quienes prefieren ese lado que el derecho. Hasta su etimología la condena. 'Izquierdo' en latín se dice 'sinister'... y de ahí viene ni más ni menos que la palabra 'siniestro' que se explica por sí sola.

    Yo creo que un zurdo (sinister) no necesariamente es malévolo (siniestro); ni mucho menos nuestro pie izquierdo tiene la culpa de nuestras peripecias en un mal día. Pero entiendo el sentido de la expresión coloquial. Qué gachos son los días como el que describes, me cae.

    No dejes de escribir. Te llevas muy bien con la prosa :)

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