Crónica de una noche de terror

Hoy vi una araña. Enorme y aterradora. Corrió hacia mi. -Una tarántula- pensé. Se acerco más y más y todos los nervios de mi cuerpo se paralizaron. Sentí miedo helado. Ganas de correr, pero mis piernas no me respondieron. No fue hasta que mis perros entraron que de inmediato reaccioné. No sabía si la araña era o no peligrosa, pero no podía arriesgarlos.

Primero tomé un palo que estaba cerca de mi, pero sólo conseguí que corriera más. Mis perros tenían hambre y el plato estaba a unos centímetros del arácnido. Los mantuve apartados el mayor tiempo posible, entonces decidí ser más agresiva. Tenía un zapato listo para ser lanzado, hice un movimiento y la araña gigante corrió ahora en dirección mía. Tomé rápidamente el envase que utilizo para traer croquetas y me abalancé hacia ella. No podía creer que fui más rápida que ella, además de vencer el miedo y reaccionar correctamente.

Ahora tenía una araña gigante debajo de un vaso verde bandera. Pensar en la araña me dio escalofríos y decidí alejarla lo más rápido posible. Busqué un pedazo de cartón para correrlo por debajo y así contener perfectamente al enemigo. Caso curioso que lo único que encontré fue una imagen religiosa que dejó alguna de las chavas que trabajan en el aseo. Me reí un poco al respecto y continué con mi labor de liberarla lejos.

Entonces me di cuenta que nunca fue mi intensión matarla, probablemente ella estaba mucho más asustada que yo, y ahora se encontraba encerrada en completa oscuridad. Intenté moverme rápido, en un par de ocasiones casi se me sale el corazón pensando que la araña había escapado. Un par de pasos más.. La tomé con fuerza y la sostuve a una distancia prudente, sin saber que hacer o decir, sólo conseguí lanzar el envase lo más lejos posible. Fue a dar a un arbusto, con la imagen religiosa incrustada sólo en una esquina, por lo que se distinguía perfectamente la virgen. Le deseamos suerte a nuestra nueva amiga y ahí termina mi crónica terrorífica.

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