Disculpe, ¿Este asiento está ocupado?– Pregunta un caballero amablemente, se asoma con una actitud bastante amable, una bonita sonrisa y confiable. –Está libre, puede usted ocuparlo– Respondió Charlotte, de veintiún años, cabellos rubios, labios rosados y carnosos, ojos azules con destellos de marrón. –Es usted muy amable– El caballero era en realidad un muchacho de unos veintisiete años. Cabello oscuro, delgado, alto y con tes blanca, paliducha. Viste un traje que no parece ser suyo, o por lo menos no hace varios kilos, es color negro, limpio y bien planchado pero extremadamente grande para él. Charlotte no pudo contener la risa al ver que el muchacho estaba teniendo un enfrentamiento con la maleta que no quería quedarse en el compartimiento superior. El muchacho se dio cuenta de que estaba siendo observado y comenzó a actuar como si algo sobrenatural tomara de la maleta, o como si la maleta misma tuviera vida, como fuese, las manos y pie...
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