Frontera


Dos toques a la puerta. Al parecer no hay nadie en el baño. Tadeo abre la puerta con precaución, echa un vistazo, primero en los urinarios, de las cajas de los retretes no se asoma ningún zapato. Entra rápidamente y cierra con seguro.

Se acerca al lavabo, deja sobre el mismo su mochila color gris deslavado. La mochila tiene un desgaste evidente en las correas, algunos parches están bordados en la parte frontal con iniciales y dibujos extraños. Tadeo saca de la mochila un cubo de cristal del tamaño de una pelota de beisbol y cierra la mochila, se la cuelga en la espalda y se mira en el reflejo. Coloca la mano izquierda en el espejo y con la derecha juega un poco con el cubo de cristal, lo acaricia como buscando algo en la superficie transparente. Parece encontrarlo, frota una de las caras contra su camiseta, y esa misma cara la pone sobre el espejo.

En ese momento la manija del baño que da hacia el pasillo comienza a moverse, alguien intenta abrir la puerta, pero esta no se mueve. La persona que se encuentra del otro lado toca un par de veces, y no hay respuesta. Toca un par de veces más con más fuerza, y no hay respuesta. Finalmente la puerta sale disparada hacia el azulejo del baño, algunas astillas caen por un lado, unos tornillos por el otro. No hay mochila, no hay cubo de cristal. No hay nada.

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