Lo viejo y lo nuevo
Dicen por ahí que el hombre es el conjunto de memorias. Un niño ansía saberlo todo, comerlo todo, verlo todo, tocarlo todo. Somos nuevos, pues cosechamos todo tipo de recuerdos, éxitos y fracasos unidos en un libro de sonrisas empolvadas, olor a pelota, a dulce, a madera de lápiz. Sabor a vicio, sabor a besos, todas almacenadas ahí, dónde sea, pero ahí. Lo nuevo se desgasta, por saber demasiado, que al ser tanto se deteriora, se llena de lunas, se arruga y se vuelve viejo. Se ha vivido como nuevo, se sabe más que cualquiera, piel que tocó miles de brisas, pies que cansados aún esperan. Lo nuevo ya no es nuevo, lo nuevo se vuelve viejo. Lo viejo se olvida.