Entradas

El fantasma (2)

2     Victoria caminaba bajo la lluvia como si no existiera ningún peligro. Ella sonreía y bailaba al ritmo de sus pensamientos. Tarareaba de cuando en cuando. Levantaba la cara para sentir las gotas golpeando su frente. En la calle había poco movimiento, uno que otro taxi pasaba junto a ella y le pitaba para ofrecerle sus servicios. Algunos de ellos insistían unos segundos y se marcaban con al no ver respuesta. Ella no prestaba demasiada atención a lo que la rodeaba. Los charcos grandes se convirtieron en el blanco, le gustaba ver el oleaje que se formaba bajo sus pies. Mientras la lluvia estaba en su punto más denso, ella disfrutaba de la corriente que la empujaba calle abajo.          Marcus la vio caminando por la calle cuando él entraba a la farmacia y pensó que era una loca que quería morir de catarro. No le prestó mucha atención y se dirigió hacia el área de lácteos. Tomó un litro de leche y en la caja pidió unos cigarros. Bromeó sobre el clima con la cajera, h

El fantasma

1 Los ojos de Marcus apuntaban hacia la ventana, pero la mirada se encontraba en algún punto inexistente. Las luces de los edificios continuos pintaban un escenario espectacular, la imagen completa le resultaba conmovedora. No buscaba nada en particular, simplemente disfrutaba del momento, del final de temporada que ocurre cada año al inicio de las vacaciones de verano. Días que sólo significaban el doble de turistas, por lo tanto el doble de trabajo. Le gustaba pensar que la vida se vivía en capítulos, en temporadas, y era justamente en los finales cuando sucedían los cambios más importantes. Nuevos personajes, situaciones difíciles y besos dramáticos. No era particularmente fanático de los dramas, pero su vida por una u otra razón  incluía su dosis permanente.        Metió la mano ligeramente al pantalón para cerciorarse de que su celular estuviera en el bolsillo correcto, las llaves y la cartera. Todo en su lugar, ningún motivo de distracción que ayudara a calmar la

Vuelo

Una niña pasa corriendo tras una pelota, el trafico grita en distintas melodías. La vida sigue y así como si no pasara nada, me vuelvo al mundo y descubro que todo lo que se encuentra debajo de mi me resulta ajeno, las mismas personas, los mismos problemas. Abro las alas y vuelo lejos.

En letras existo.

Me he olvidado de escribir, por no decir que me he olvidado de mi misma. La verdad es que son sinónimos implícitos. Donde están mis letras existo, si alguien me lee aunque el lector no esté consiente, se convierte en cómplice de mis fantasías, locuras y desvaríos. He decidido hoy romper con el silencio, atreverme a contar de nuevo esas historias que llenan mis sueños de pretextos. El tiempo no es mi aliado, pero no lo culparé del todo. Lector, he vuelto, con mis historias y cuentos, con mis textos y sueños. He vuelto, porque si no escribo, no existo.

Vicio para dos

Deja de fumarte mi vida, deja de fumarte mis besos. Prende fuego a tu ansiedad y quémala hasta que quede en cenizas. Sé que buscas un veneno que te mate y te sepa a vida. Si un sentimiento cubre tu ambiente, porqué no materializarlo, porqué no cometer suicidio lento y silencioso. Buscas pretextos y encuentras motivos. Pero qué se yo, yo no entiendo lo que sientes, no entiendo tus prácticas, no formo parte de tus vicios. Tu vida no vale más que la mía, tus decisiones pueden llevarte a donde te plazca, pero no me lleves contigo, yo no elegí fumarme tu falta de paciencia, tu falta de auto-control. Tu vicio me envenena, me quema, me lastima y me molesta. Fúmate tu egoísmo, que yo no lo quiero.  

Una ilusión

Inician los redobles, es ahora o nunca. Los ojos del mundo, de mi mundo, se posan ante mi. La caja de cristal brilla con los reflectores. El agua cristalina llega casi hasta el tope. Mi corazón decide que es pertinente comenzar a relajarse, los pulmones colapsan y vuelven a llenarse de oxigeno. El poco que me queda, el último que recorrerá mis venas. Las luces se apagan y mi asistente me toma del brazo y me conduce al compartimento secreto, debajo del escenario. Se escuchan risas, aplausos y chiflidos de gente ansiosa, ellos que no comprenden lo que están a punto de ver. La voz del presentador dice mi nombre, la música sube, las luces se apagan por un segundo, sale humo por todas partes y ahí estoy, sonriendo al mundo.  Mi pobre madre en primera fila, sus lentes no me dejan ver sus ojos asustados e inquietos, pero su cuerpo no dice nada, calla cualquier expresión. Pocos rostros se distinguen en el público, no reconozco ninguno. He dado instrucciones de no dejar entrar a nadie, ni

Páginas en blanco

A escribir se ha dicho. Cierra los ojos, concéntrate en algo. No escribas eso, es demasiado típico, esfuérzate un poco más. ¿Escribo algo del amor? ¿No tiene ya un papel protagónico en la mayoría de las historias? Podría ser una historia tierna, alguna reflexión sobre lo compleja y maravillosa que es la vida. ¿Qué tal si escribo del odio, de la vergüenza, de la desidia? No, no y no.  La pantalla sigue en blanco y las ideas parecen cada vez menos claras. Empecemos por algo simple, qué tengo que decirle al mundo. Quién soy y cómo me desprendo de eso para sorprender a mi propia creatividad. Maldita sea, las palabras están ahí, pero no parecen tener intensión de ordenarse para formar algo coherente. Un poema tonto, la historia de un perro triste, una pelea de parejas, lo que sea ¡pero ya!. Está bien, así no funciona. Respira hondo, un poco más, eso es, ahora suéltalo todo y deja salir cualquier pizca de estrés de tu organismo. Si las palabras se encuentran ahí, sólo es cuestión de dej