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Noches de Sinceridad

Puede parecer completamente irrelevante lo que tenga que decir. No va cambiarte la vida, ni espero que lo haga. Es solo que a veces todos tenemos la necesidad de sentirnos comprendidos y escuchados por nuestros seres queridos. Parecerá una tontería, pero quiero escribir sobre lo que siento. Hace unos meses perdí a mi madre. Muchas personas estuvieron ahí para acompañarme, pero hay viajes en los que uno tiene que encontrar el rumbo por cuenta propia. Ha sido sin duda la cosa más difícil que he tenido que enfrentar yo sola, pero me he llenado de crecimiento personal, de silencios largos, de lluvias que cobijan el alma. Me gusta pensar que la vida de una persona se valora en experiencias, en huellas que quedan marcadas en el corazón de los que te rodean. Es difícil saber qué tan profunda y bella es, pero es una huella que se queda grabada en lo profundo del alma y te cambia. Es como si fuera posible sembrar una semilla en otra persona, esa semilla vive y crece dentro, se adhiere al si

Espejismo

Te regalo el perdón.  Porque no es sano vivir con rencores en el alma. Pesan y llenan de huecos difíciles de sellar.  Te regalo el perdón porque no lo quiero. No quiero quedármelo esperando que lo pidas.  El orgullo y la sobervia son errores que se pagan con una soledad disfrasada. Y no es que la desee para ti. Pero me doy cuenta por la sombra que cargas, la estatua, firme, alta y fría que te esmeras en construir, que la vida camina a tu costado. Te pasa y ni cuenta te das.  Una carcajada, una frase oculta entre burlas puede hacerte sentir triunfante, que algo ganaste, que tu ego crece a montañas que rozan el cielo de los inmortales. Ríete, fuerte, mucho más, que te escuche el eco de las mentiras que te creas. Al final del día, eso es con lo que cuentas. Pocos lo saben, porque pocos te han visto con detenimiento. Esa pequeña grieta que revela un doble nivel en tu discurso. Aquel que todos admiran y escuchan, y el otro, el que conservas en las sombras, el que esconde la realidad de

En La Tierra Que Nací

¿Porqué habría de importarle a usted lo que un pobre viejo como yo tiene que decir? No tiene ninguna relevancia mi vida. He viajado poco, no tuve hijos y mi esposa hace tiempo ya que tocó tierra. La tierra conoce más de mi que nadie. Lo poco que hay que conocer, ella lo vio. Mis días no fueron muy distintos entre sí. Largas caminatas del rancho hasta pasar la carretera, llegando al pueblo y de regreso.  Mi burrito aguantó mucho. Más que mi viejita, y vaya que le costó trabajo. Los dos se entendían re bien. Por horas le platicaba, y Mateo esto, y Mateo el otro, le decía ella. Bien atento la escuchaba, y hasta parecía que le iba a contestar un día. Tremendo susto le habría sacado. Pero ya se me fueron los dos. Ellos nomás sabían quién era yo. En el pueblo me saludaban siempre, los señores y señoras, pero después de que se me fue Mateo ya no podía subir con la madera yo solo, y ni dinero ni ganas para comprarme otro. Ya para qué, ni voy a poder platicarle de mi viejita, me vería c

Instantes

Luz roja. ¿Qué piensas chica del auto de alado?  Por un instante me pareció verte llorar.  Limpiar tus lágrimas con la manga de tu chamarra.  Luchas contra las marcas de maquillaje corriendo fuera de los límites de tus ojos. No permites que el mundo te mire en estado de guerra. Golpeas el volante, lo tomas con fuerza y te rindes. Vuelves a hacerlo y gritas.  Subes el volumen de una canción sin letra, una canción de cuerdas y golpes.  Te sabes incómoda para el mundo. Sabes que todos evitan verte. Por ahora simplemente no existes.  No alcanzo a distinguir los motivos de tu tristeza. Parece que alguien ha pasado junto a ti, te arrancó el corazón y se fué corriendo sin dejar rastro. Puedo ver tu cuerpo luchando por sostenerse sin el impulso, sin la bomba que hace fluir la vida.  Luz verde.  Tal vez debería comprar un café...

Escribirte

Ahí entre lo más oculto del silencio, te escribo. Porque así me escuchas mejor, entre el sonido de las palabras y el color de los suspiros. Escúchame ahora que tengo algo que decirte.  Temo olvidar escribirte. Dejarte entre las páginas del cuaderno que se guarda en un cajón y no vuelve a ver la luz. Las experiencias que de ti aprendí son preciosas y dulces.  Necio y testarudo eres corazón mío, que te sumerges en lo más profundo de la necedad. Nadas fuerte y encuentras corrientes que te llevan a lugares que jamás habías soñado. Los golpes y raspones son sólo las huellas de una vida bien vivida. Corazón, no dejes de soñar y perderte en tu locura. No me dejes nunca corazón mío.   

Querido Charly...

Querido Charly Amigo mío. Cuántos viajes hemos vivido juntos. Tantas experiencias, tantas carreras, caminatas, películas, partidos de fútbol. Sólo el destino sabe porqué nos cruzamos en esta vida tan grande y tan llena de posibilidades. No existe ni existirá nadie que pueda llenar este vacío que has dejado en mi. Te fuiste, me dejaste solo y no tengo idea de cómo viviré ahora. Las tardes me parecen insípidas y aburridas. Siempre sentí que fui yo el que más di en nuestra relación, pero ahora entiendo lo importante que eras para mi.   Pocas personas entenderán el lazo que puede unir a dos amigos.   Cuando me dijeron que estabas enfermo, sin duda ha sido el segundo peor día de mi vida. Hoy es el primero. A pesar de sentir muchísimo dolor nunca lo expresaste demasiado, muy serio y sereno, creo que aceptaste tu partida mucho mejor que yo. Amigo, perdón por aferrarte a la vida, perdón por tenerte y atarte por días, creo que no estaba listo para dejarte ir, saber que era mi decisión,

El Capitán E.

Hace unos meses, un capitán salió muy temprano en un bote de remos.  Era de noche aún, cuando lo vieron salir del muelle. Llevaba poco en cubierta, dijeron.  Vestía su traje de gala, su sombrero negro y su saco blanco reluciente.  Con los remos, poco a poco salió a mar abierto.  Es extremadamente raro ver un capitán haciendo un trabajo físico.  El capitán de aguas saladas  era muy bien conocido por sus hazañas.  Había desarmado ya a más de una decena de flotas piratas.  Los pescadores y mercaderes de la zona le tenían especial aprecio. A pesar de su gran tamaño y de sus rasgos toscos , su amabilidad y respeto hacia su tripulación fueron conocidos en toda la costa sur.  Era un hombre de pocas palabras. Su mirada usualmente lo decía todo. Una pequeña señal con sus ojos azules y no tenía que emitir sonido alguno. Pocas personas fueron las que sostuvieron una conversación con él. Se decía que era un hombre sumamente culto, tranquilo y sabio. Un estratega de guerra, con dotes en la