El Espectador 3
EL ESPECTADOR “ La Obra Maestra ” Por: Karla Günz L os minutos pasaban y él seguía ahí, contemplándola. Ella estaba aturdida, tenía las muñecas y los tobillos atados a una silla, una silla por cierto, bastante cómoda. Intentó soltarse sin éxito. Su ropa estaba mojada aún, vestía una pijama de verano, por lo que gran parte de su piel estaba expuesta a la oscuridad de la noche. La luz era muy tenue, unas pocas velas iluminaban solo algunas partes del cuarto, no podía verse con claridad. Él mientras tanto, en el otro extremo, permanecía en la oscuridad. A él le excitaba verla ahí, sometida a un instante de purificación, la veía y no podía creer que por fin había comenzado. Había esperado un año completo para planear todo minuciosamente. No podía con tanta emoción, era casi imposible mantener la calma, aún con toda la preparación, seguía siendo extremadamente difícil seguir las reglas, otra vez las malditas emociones lo manipulaban. Apretó los puños para contenerse, re