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Llévame Contigo

    La pasta de dientes estaba regada por todo el lavabo. No había nada que molestara más a Lucía que la pasta de dientes sobre la cerámica de su baño, un baño compartido por cierto, con una chica foránea, simpática, pero muy descuidada. Lucía tomó el vaso junto al neceser, lo llenó con agua del grifo y dio un trago. Quizá era mucho pedir, pensó Lucía. Tomó una toalla y la pasó por toda la superficie hasta dejarla impecable. Ya en eso, algunas partículas de polvo ensuciaban el espejo, lo talló una y otra vez hasta dejar únicamente su reflejo. Era un día particularmente malo para su cabello, intentó arreglarlo, lo sujetó con una fajilla, eso la hizo ver por lo menos diez años menor, la idea no le desagradaba, pero al final terminó soltándolo nuevamente.     Su reflejo se movió ligeramente a la derecha. Lucía abrió los ojos para asegurarse de que no fuera un reflejo de la ventana, como el que generan los autos al rebotar la luz del sol. Era normal que una persona sintiera movimientos,

La Biblioteca

La Biblioteca ...de la vida. M uchas personas, de cualquier edad y estrato cultural o social, se sienten destrozadas cuando terminan una relación que tomó gran parte de su vida: una relación laboral, sentimental, o de cualquier otro tipo. A todos nos ha pasado que perdemos algo o a alguien y no entendemos porqué, gritamos y maldecimos, odiamos y nos sentimos efectivamente, perdidos.  Como cuando decidimos que la carrera que estudiamos no nos hace felices, o que una relación de años que ha dejado hijos hermosos y tantas historias ya no nos llena, o ese viaje que nos costó tanto dinero y que supuestamente nos haría encontrarnos con nosotros mismos, y que al final nos dejó más solos.  A veces pensamos que la vida es una línea recta, un camino que lleva a algún lugar y que volver a empezar elimina el aprendizaje o nos hace perder el tiempo. Si una persona se va, perdemos el sentido del camino y hay quienes se quedan en ese limbo emocional (Depresión), esperando que la persona vuelva

Reloj de Arena

Superar la muerte de un ser querido debe ser de las cosas más difíciles que alguien tiene que vivir jamás. El dolor que se siente es sólo comparable con el dolor mismo. Es imposible comprender hasta qué dimensión del ser puede rasgar. Es cierto que actitudes positivas ayudan. Las palabras de consuelo del mundo te acompañan en la etapa del shock. Ese momento en el que recibes la llamada. Las palabras de otra persona que suenan distantes, suenan a una bomba con sus decenas de ondas expansivas. Eres capaz de verlas y ver la destrucción que traen consigo, pero entras en un estado de hipnosis, de protección tal vez, y recibes los primeros golpes con una anestesia local. Surrealismo después de una muerte. La muerte es una acción que termina en un silencio agudo en el ambiente. Todo gira y colisiona solo para que escuches fuerte y claro.. "Nada va a volver a ser igual. " La vida como la conoces, como deseabas que se mantuviera, simplemente cambia. La gente que te rodea te

Noches de Sinceridad

Puede parecer completamente irrelevante lo que tenga que decir. No va cambiarte la vida, ni espero que lo haga. Es solo que a veces todos tenemos la necesidad de sentirnos comprendidos y escuchados por nuestros seres queridos. Parecerá una tontería, pero quiero escribir sobre lo que siento. Hace unos meses perdí a mi madre. Muchas personas estuvieron ahí para acompañarme, pero hay viajes en los que uno tiene que encontrar el rumbo por cuenta propia. Ha sido sin duda la cosa más difícil que he tenido que enfrentar yo sola, pero me he llenado de crecimiento personal, de silencios largos, de lluvias que cobijan el alma. Me gusta pensar que la vida de una persona se valora en experiencias, en huellas que quedan marcadas en el corazón de los que te rodean. Es difícil saber qué tan profunda y bella es, pero es una huella que se queda grabada en lo profundo del alma y te cambia. Es como si fuera posible sembrar una semilla en otra persona, esa semilla vive y crece dentro, se adhiere al si

Espejismo

Te regalo el perdón.  Porque no es sano vivir con rencores en el alma. Pesan y llenan de huecos difíciles de sellar.  Te regalo el perdón porque no lo quiero. No quiero quedármelo esperando que lo pidas.  El orgullo y la sobervia son errores que se pagan con una soledad disfrasada. Y no es que la desee para ti. Pero me doy cuenta por la sombra que cargas, la estatua, firme, alta y fría que te esmeras en construir, que la vida camina a tu costado. Te pasa y ni cuenta te das.  Una carcajada, una frase oculta entre burlas puede hacerte sentir triunfante, que algo ganaste, que tu ego crece a montañas que rozan el cielo de los inmortales. Ríete, fuerte, mucho más, que te escuche el eco de las mentiras que te creas. Al final del día, eso es con lo que cuentas. Pocos lo saben, porque pocos te han visto con detenimiento. Esa pequeña grieta que revela un doble nivel en tu discurso. Aquel que todos admiran y escuchan, y el otro, el que conservas en las sombras, el que esconde la realidad de

En La Tierra Que Nací

¿Porqué habría de importarle a usted lo que un pobre viejo como yo tiene que decir? No tiene ninguna relevancia mi vida. He viajado poco, no tuve hijos y mi esposa hace tiempo ya que tocó tierra. La tierra conoce más de mi que nadie. Lo poco que hay que conocer, ella lo vio. Mis días no fueron muy distintos entre sí. Largas caminatas del rancho hasta pasar la carretera, llegando al pueblo y de regreso.  Mi burrito aguantó mucho. Más que mi viejita, y vaya que le costó trabajo. Los dos se entendían re bien. Por horas le platicaba, y Mateo esto, y Mateo el otro, le decía ella. Bien atento la escuchaba, y hasta parecía que le iba a contestar un día. Tremendo susto le habría sacado. Pero ya se me fueron los dos. Ellos nomás sabían quién era yo. En el pueblo me saludaban siempre, los señores y señoras, pero después de que se me fue Mateo ya no podía subir con la madera yo solo, y ni dinero ni ganas para comprarme otro. Ya para qué, ni voy a poder platicarle de mi viejita, me vería c

Instantes

Luz roja. ¿Qué piensas chica del auto de alado?  Por un instante me pareció verte llorar.  Limpiar tus lágrimas con la manga de tu chamarra.  Luchas contra las marcas de maquillaje corriendo fuera de los límites de tus ojos. No permites que el mundo te mire en estado de guerra. Golpeas el volante, lo tomas con fuerza y te rindes. Vuelves a hacerlo y gritas.  Subes el volumen de una canción sin letra, una canción de cuerdas y golpes.  Te sabes incómoda para el mundo. Sabes que todos evitan verte. Por ahora simplemente no existes.  No alcanzo a distinguir los motivos de tu tristeza. Parece que alguien ha pasado junto a ti, te arrancó el corazón y se fué corriendo sin dejar rastro. Puedo ver tu cuerpo luchando por sostenerse sin el impulso, sin la bomba que hace fluir la vida.  Luz verde.  Tal vez debería comprar un café...