La Verdad Incómoda
En la oscuridad, el asfalto negro, con reflejos de la noche, lleno de olores pestilentes, asquerosos. Desechos humanos, botellas de cerveza rotas, bolsas, botellas de plástico tapizando completamente las esquinas. Montículos de incomodidad visual, de cansancio social, de hastío. Ahí está Verónica, practicante en una oficina de gobierno, que lucha incansablemente por un puesto permanente. Uno pensaría que es una persona sumamente capaz, que quiere cambiar el mundo, pero francamente, su mayor atributo llena perfectamente su sostén 34C y sus nalgas, ellas son firmes y redondas, no muy grandes, pero suficientes para llenar su falda ajustada color beige. No es fea, no con la cantidad de maquillaje que utiliza, aunque tampoco es muy guapa. Verónica acaba de salir de una reunión que tardó más de lo normal, un error del gobernador del estado ha puesto de cabeza toda su oficina intentando excusar, arreglar, tapar, distraer la atención de los medios. Hubo gritos, hubo risas, hubo insinuaci